En Monroyo (11 de abril, 2009)
Salvador F. Cava
Estimados amigos:
El Maestrazgo de Teruel fue la puerta de entrada hacia la
Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, como también lo fue de
salida. Cualquiera de sus pueblos, aldeas y masías tiene memoria de
aquellos años. Y especialmente fue zona guerrillera a lo largo de la
década de los cuarenta todo el entorno de Mas de las Matas, Castellote,
Aguaviva, La Cerollera, La Ginebrosa, como la franja territorial donde
confluye la provincia de Teruel con la de Castellón y Tarragona, en las
Montañas de Turmell, Benifassá, Uldecona y La Cenia.
En la bibliografía que ya empieza a ser
importante sobre la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón se alude
a los primeros guerrilleros en los inicios de la década de los cuarenta,
bien relacionándolos con el paso de la frontera hacia España, sobre todo
entre 1944 y 1945, o bien en torno a las actividades desplegadas por dos
partidas independientes que desde el prisma histórico de huidos se
mantienen activas y cuyos jefes son José Ramiá Ciprés “Petrol” (de
Aguaviva) y de José Borrás Climent “Cintorrá” (de Cinctorres), y en la
que está presente un alto grado de supervivencia y de sentido
libertario.
No se trata en estas breves líneas, que yo
les desarrolle por extenso la historia de la guerrilla en estas
latitudes. Dicha descripción, narratividad y análisis, la pueden ustedes
encontrar tanto en mis libros como en los de Fernanda Romeu Alfaro,
Mercedes Yusta, Josep Sánchez Cervelló, José Ramón Sanchis, o en otros
muchos más específicos. Con todo, cuando toda la documentación sea de
acceso libre y fácil, creo que todavía hay espacio para ir completando
los sucesos acaecidos en esta segunda mitad de la década de los años 40
en este espacio geográfico donde nos encontramos. Aunque, y esta es
labor que debiera emprenderse ya por los historiadores locales, dada su
mayor facilidad para acometer dicha tarea, deberíamos de contar con los
testimonios de las personas que vivieron tales acontecimientos, antes de
que sea sencillamente imposible disponer de ellas.
Como
saben, la AGLA se creo oficialmente en el verano de 1946, en el sur de
Teruel, en Camarena de la Sierra. Los guerrilleros ya desde antes, sobre
todo desde 1945, se habían ido posicionando en el Maestrazgo, en
Javalambre, en las vertientes del río Turia y en las del Cabriel. Luego
ascenderían hacia los Montes Universales, se extenderían hacia el cauce
del Júcar y hasta la Sierra de Enguera.
Es a partir de este momento cuando se
organiza y se intensifica la actividad de los grupos guerrilleros en
todo el Maestrazgo de Teruel con la presencia del 17º Sector de la
Agrupación, y a partir del otoño de este año con el 23º Sector, al mando
de “Antonio”, “El Maestro de Agüero” (Ángel Fuertes Vidosa, de Agüero),
y con varias unidades a sus órdenes, en concreto en la zona norte la de
“Valencia” (Eduardo Puig Miñana, de Valencia), la de “Asturias”
(Francisco Martín Alonso) y la nombrada de “Cinctorres”, unidades que
irían ampliándose con el ingreso en guerrillas de muchos colaboradores,
enlaces o puntos de apoyo, descubiertos sobretodo en los primeros meses
de 1947. Del mismo modo fue un núcleo destacado de incorporación al
monte el de las cuencas mineras, al ser desmantelada y reprimida su
actividad sindical de calado libertario. Aunque en este caso la mayoría
de los recién incorporados abandonarían al poco, bien por no estar
habituados a la dura vida de guerrillero, bien por falta de
convencimiento de la lucha armada o por las todavía persistentes
disputas entre comunistas y anarquistas. Manifestadas sobre todo con la
muerte de “Petrol” hacia finales del año 1946, y la consiguiente
desaparición de su grupo.
Las tomas de pueblos, los sabotajes en
centrales eléctricas, en carreteras, en los ferrocarriles, con la
habitual utilización de explosivos, los atracos a bancos, los
enfrentamientos con la guardia civil, algunos secuestros y represalias
contra quienes suponían un peligro para el hacer guerrillero se prodiga
al mismo tiempo que el hacer propagandístico de su oposición a las
estructuras políticas de la dictadura franco-falangista. Todo ello fue
su hacer más que constante a lo largo de estos dos años: 1947 y 1948. En
los libros aludidos anteriormente están citados, relacionándolos con la
ofensiva de Primavera de 1947, por ejemplo, y señalando tan sólo los más
comentados, o más próximos al lugar donde nos encontramos: Ladruñán (30
de abril), Aguaviva (3 de julio), La Cerollera (18 de julio), y también
en Camañas, Fuentes de Rubielos, Catí, Castellfort, Las Cuevas,
Cirugeda, y así en una multitud de pueblos.
Desde el punto de vista de la organización
interna de la guerrilla, el hecho más destacado en los primeros meses de
1947, y en esta zona, fue la ubicación de la Escuela guerrillera entre
los montes de Aguaviva y La Cerollera, campamento asaltado el 9 de
agosto, cuando ya hacía unos quince días que estaba abandonado. “Pepito
el Gafas” sería su director, y también “Pepito el Gafas” sería el jefe
de toda la lucha armada en el Maestrazgo desde los primeros meses de la
primavera de 1947 hasta bien entrado el otoño, dado que “el Maestro de
Agüero” se trasladaría al Campamento Escuela de los Montes Universales
tras la detención y fusilamiento del jefe de la Agrupación, “Andrés”.
1947, al ser el año de la trepidante acción
guerrillera (tanto en lo militar como en lo político, y eso que en los
primeros meses sufren en su dirección tanto en Valencia como en el
Sector del Cabriel, grandes bajas), es también el año de la represión,
el primer año de la gran represión. Pero no sólo ni especialmente contra
los guerrilleros, pues éstos suelen fallecer en enfrentamientos
directos, y tal circunstancia acaece en pocas ocasiones: en enero en La
Pesquera y las Hoces del río Cabriel, en marzo en Benagéber, en el
Chaparral de Alcalá de la Selva, y en La Cerollera, en Aguaviva, en
Campamento Escuela, en Cabra de Mora, sino y especialmente contra sus
posibles colaboradores, sobre todo una vez que el general Pizarro se
hiciese cargo de la jefatura militar y política de Teruel, en agosto de
este año. Aun cuando en realidad, y en este terreno, Pizarro no hizo
sino intensificar el control y continuar con la aplicación de la mano
dura ya presente en las detenciones y aplicaciones de la ley de fugas
manifiestas antes de su llegada, en el mes de marzo, como ocurriese en
Albalat del Tarongers.
Obviamente, y norma de todo conflicto armado, bien por
seguridad, bien por hacerse visible, la guerrilla también respondería, y
es por ello que no serían pocas las veces, a lo largo de todo el
Maestrazgo, que se ajusticiase a los que se consideraban confidentes o
represores directos de los campamentos o puntos de apoyo de los
guerrilleros, como ocurrió en Aguaviva (12 de abril) con la muerte del
guarda municipal y su esposa, el 17 julio en Santa Magdalena de Pulpis
(Castellón) donde se coloca una bomba trampa en una bandera, y muere un
somatenista, o el 28 de octubre con la dura acción represiva en Gúdar
contra la familia del ex alcalde, y la desproporcionada y criminal
respuesta de la Comandancia de Teruel cuyo eco resuena en los
acontecimientos de Alcañiz, y que aquí nos citan. Posiblemente, también,
uno de los hechos relacionados con estas detenciones fuese el acaecido
en Mas de las Matas el 18 de junio, con la muerte de un vecino de una de
las masías de Monroyo, y la de un guardia y un médico además de otros
varios heridos tras que se dejase un bomba debajo del cuerpo del
ajusticiado.
Las detenciones, como digo, fueron
numerosas en 1947, tanto en sus primeros meses como hacia el mes de
octubre: en La Portellada, Tormo, La Ginebrosa, Monroyo, Alcañiz,
Andorra, Beseit, Rafales, Valderoures, Aguaviva, Belmonte de Mezquida,
Cañada de Vérich, etc. En más de una ocasión algunos detenidos hallarían
la muerte en los mismos calabozos de la guardia civil o se les aplica la
ley de fugas al conducirlos a diligencias. Alcañiz y Morella, como
centros de destacamentos interprovinciales se convertirían en estos años
en verdaderos núcleos de represión. Dentro de este contexto, y a falta
de investigar etalladamente, lo que habría que hacer, como digo, con
testimonio y el acceso a toda la documentación, es donde debemos situar
la detención y el asesinato de estas ocho personas que hoy recordamos, y
que hasta hoy siempre se ha escrito que fueron siete:
José Mir Pastor de La Ginebrosa (Teruel)
Aurelio Boj de la Ginebrosa (Teruel)
Eleuterio Simó de La Fresneda (Teruel)
Rogelio Cuartilla de Valdeltormo (Teruel)
Genaro Fuster de Mas del Llaurador (Teruel)
Josefa Bayod de La Ginebrosa (Teruel)
Aurora Piñana de Aguaviva (Teruel)
Bárbara García de La Fresneda (Teruel)
Habían sido detenidas en el mes de octubre,
el día 18 según recuerdos familiares. Unos en sus casas, otros en sus
trabajos. En Mas de las Matas probablemente fuese su primera reclusión,
desde allí se les trasladaría al cuartel de Alcañiz. Algunos familiares
pudieron visitarlos en alguno de estos lugares. No nos consta que fueran
torturados, pero habida cuenta de las prácticas comunes en tantos y
semejantes sitios, no es nada de extrañar. Su detención, sin duda, está
relacionada con una segunda oleada de detenciones, las del mes de
octubre, donde se pone en marcha la información recogida a lo largo del
verano, bien por confidencias que sitúan a los guerrilleros
abasteciéndose en algunas masías, bien por ser familia directa de
personas que se sabe han huido al monte. Así, aquí al menos nos consta
Josefa Bayod y Alfonso Boj tienen familia con los guerrilleros, lo mismo
que Aurora Piñana, y también parecer ser familia Rogelio y Genaro
Cuartilla, y posiblemente Bárbara García y Eleuterio Simó.
En la madrugada del 11 de Noviembre de
1947, todos los nombrados, desaparecieron de la cárcel de Alcañiz. De
manera silenciosa, lo que es indicativo de la crueldad seguramente
física, y sin duda memorística. En ningún sitio se recogió sus nombres.
Y si no hubiese sido por el trabajo abnegado de familiares y el
colectivo de La Gavilla Verde, no hubiésemos sabido nunca su nombre,
como tampoco sabemos qué ha sido de sus restos, aunque alguna pista
tenemos.
Las ocho personas nombradas fueron
asesinadas en las cercanías del Mas de La Serra, fueron enterrados
clandestinamente en el antiguo cementerio de Monroyo. Las averiguaciones
de nuestros amigos de La Gavilla Verde nos refieren que: “Según el
testimonio de varios testigos, los hechos pudieron ocurrir de la
siguiente manera: Sacaron de la cárcel un grupo de ocho personas entre
las que se hallaba Josefa, a la 1 de la madrugada del 11 de Noviembre de
1947, cinco hombres y tres mujeres. Los llevaron en dirección a Morella
por la carretera. Antes de llegar a Monroyo los asesinaron y dejaron los
cuerpos en la cuneta. A continuación avisaron a una persona de este
pueblo para que fuera a buscarlos. Los echaron en un carro y, tapados
con unas mantas, los llevaron hasta el depósito del cementerio viejo”.
Desconocemos, a fecha de hoy, quiénes
fueron los guardias participantes en estos asesinatos. Sin embargo no
estarían muy lejos de los que el día 7 de septiembre, en el campo de
fútbol del pueblo de Arnes (Tarragona) habían ejecutado a seis
detenidos, de Rafales, La Ginebrosa y Aguaviva, trasladados también
desde la cárcel de Alcañiz, al mando del cabo primero Joaquín Cordero
Mena, y cuyos nombres figuran en el libro de Josep Sánchez Cervelló. Lo
que es indicativo del grado de represión en estos momentos instaurado en
el cuartel de dicha localidad.
El silencio, y el dolor personal, todavía
por escribir, el desafecto y la represión social ejercida sobre las
familias que tuvieron relación con el maquis, insisto en que todavía
está por escribir. Es la segunda parte de la historia de la vida
arrastrada durante el franquismo. La tercera, porque todavía hay otra
parte, es ésta que ahora, con dignidad, con nuestra lucha y nuestra
presencia, poco a poco recomponemos. Debe quedar claro que la lucha de
los guerrilleros y de las personas que les ayudaron fue todo un ejemplo
de sacrificio y valor, de defensa de unos principios nobles, de deseos
de libertad y opinión sin censores para todos, en unos tiempos
sangrantes, llenos de prohibición y muerte. Por eso su compromiso tan
sólo tiene una definición, la de la heroicidad y la del honor. Y además,
que este compromiso se postulase desde aquí, desde los pequeños pueblos
y aldeas de los montes de Teruel, o de Castellón, Cuenca, Valencia,
Tarragona y hasta Guadalajara, es todavía más un ejemplo, un mérito de
futuro. Hubo gentes, como las que ahora homenajeamos con las que siempre
estaremos en deuda social, porque no se resignaron a ser esclavos de las
ideas y de la historia fascista. Su sufrimiento da sentido a todo el
esfuerzo, pequeño o grande, que emprendamos para la recuperación de esa
dignidad tan plural de futuro en paz, democrático, que ellos hubiesen
deseado.
Y para terminar quisiera decir, como
ciudadanos de a pie, que es nuestro deber conseguir que no sólo algunos
muertos serán considerados protagonistas de la historia, sino todos, los
que tienen nombre de calle o de pedestal y estatua, y también las
personas anónimas que desde su lucha diaria por conseguir que su familia
siguiera adelante dieron también su sufrimiento, su soledad, su
incomprensión y hasta su vida, porque, como ya he dicho alguna vez,
aunque la nuestra fuese una lucha derrotada, sin embargo su causa, la de
la paz y la libertad, y la justicia, es y será siempre una bandera
invencible.
Muchas gracias por escucharme, y feliz día.
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