Rafel
Montaner, Domeño | Valencia | Domingo 14 de septiembre de 2008 |
El alcalde más longevo de la C. Valenciana fue torturado y encarcelado por apoyar a la guerrilla
El socialista Vicente Madrid es, a sus 87
años, el alcalde más longevo de la Comunitat Valenciana. Al
frente del Ayuntamiento de Domeño (688 habitantes) desde hace 25
años, pocos saben que este veterano luchador antifranquista
sufrió en carne propia las palizas de la Guardia Civil y la
cárcel, fue encerrado hasta tres veces en la Modelo de Valencia,
por apoyar a los guerrilleros.
“La odisea fue larga y difícil, entonces no
se podía ni respirar. Mi familia había comprado todos los
números para que no quedáramos ni uno... pero, por suerte, lo
pudimos contar”, explica con alivio. La primera de las cuatro
veces que visitó la Modelo fue al acabar la Guerra Civil, en
1939, y lo hizo con toda la familia: Su hermano mayor, Rafael, y
él, que tenía 18 años, que se habían ido voluntarios al frente,
y su padre, estuvieron meses en prisión por rojos.
A finales de la década de los años 40,
Rafael, que pertenecía al PCE, “era el jefe de la organización
comunista de Domeño y distribuía por la zona el periódico Mundo
Obrero, el órgano oficial del partido en la clandestinidad”,
narra Vicente, que añade que también dirigía una red de enlaces
que prestaba apoyo a la guerrilla. "Se comprometió a muerte con
el maquis", apunta.
Robar aceitunas para la guerrilla
Ese compromiso lo arrastró a él también. “Por
la noche íbamos a robar aceitunas y con sacos de 40 kilos a
cuestas recorríamos las montañas hasta una almazara en la que
molíamos a escondidas aceite para la guerrilla”. Con una memoria
prodigiosa, Vicente relata que el 15 de agosto de 1946 tuvieron
escondido a un guerrillero en su casa durante 11 días.
“Bajaba con otro maquis a Valencia cuando los
paró la Guardia Civil, a uno lo detuvieron, pero él pudo
escapar”. Una noche, a las tres de la mañana, lograron sacarlo
por Tuéjar escondido entre la carga de esparto de un pequeño
camión. “Hicimos una cueva dentro del esparto y lo metimos allí.
Si nos hubieran pillado, nos habría pasado como a los 8 de
Benagéber”.
Vicente conoce bien lo que pasó en Benagéber,
pues su hermano estaba entonces en las filas de la guerrilla.
“En enero de 1947, días después de la toma de Losa del Obispo,
se echó al monte minutos antes de que llamaran a la puerta de su
casa para detenerle”. Tuvo la fortuna de que los policías de
paisano que llegaron a Domeño con metralletas ocultas bajo las
gabardinas le preguntasen precisamente a él por la casa del
alcalde. “Rafael se dio cuenta de que aquellos venían a por él y
se incorporó al maquis, a un campamento que tenían en el
barranco de los Diablos, e Domeño”.
Vicente y su cuñada, que tenía una niña
pequeña, no tuvieron tanta suerte y acabaron en la modelo por
ser hermano y mujer de guerrillero. Vicente explica que su
hermano participó en el control de carretera que desencadenó los
sucesos de Benagéber y estaba entre los que huyeron de
Valdesierra. “Andábamos de noche y dormíamos de de día, me
decía”.
Fichado por ser hermano de maquis
Luego, la organización clandestina del PCE le
ayudó a escapar a Francia. “No volvió hasta que murió Franco, 30
años después”, destaca Vicente, quien fichado como hermano de
maquis comenzó a ser una víctima asidua de las redadas de la
Guardia Civil.
En una de ellas, uno de sus compañeros fue
detenido por una contrapartida, operaciones en las que las
fuerzas de seguridad se disfrazaban de guerrilleros y pedían
ayuda a la gente a cambio dinero o bajo amenaza. Estas
contrapartidas aterrorizaron a la población de Los Serranos con
palizas, detenciones y asesinatos nunca esclarecidos. “Cayó en
la trampa, lo torturaron y me denunció”, dice sin ningún rencor.
En una de estas detenciones le dieron una
paliza con una verga. “No conté los vergazos que me dieron
porque ya tenía bastante con gritar y maldecir”. Añade que la
gente ya sabía lo que le esperaba cada vez que la Guardia Civil
se los llevaba, hasta el punto que “hubo un hombre que se ató
una piel de cordero al cuerpo debajo de la camisa para aguantar
los golpes, y no se dieron cuenta”.
Una pistola en la cabeza
En la cárcel de Chelva, donde uno de los
guardianes “se jactaba de mear en el botijo en el que nos daba
de beber”, vio de cerca la muerte. Un capitán de la Guardia
Civil le apuntó a la cabeza por ayudar a escapar a un preso. “Yo
lo negaba, a pesar de que era verdad”, dice con una sonrisa de
niño pillo.
Los que no tuvieron tanta suerte fueron el
juez de paz de Domeño y su hijo, a quienes la guerrilla asesinó
el 11 de julio de 1949. Les acusaban de delatar a un guerrillero
que fue abatido por la Guardia Civil. “A los 20 minutos de
descubrirse los cuerpos ya tenía a los agentes en casa”. Lo
detuvieron e interrogaron, “pero me dejaron libre al descubrir
que el juez llevaba escondida en la faja una nota que decía “Así
pagan los guerrilleros de Levante a los traidores””.
El día del entierro, “ni una mosca se oía en
Domeño, el pueblo estaba lleno de guardias... Que días, que
momentos!”, recuerda con tristeza.
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