[Fuente: Diario Levante]
Un antiguo maquis localiza en una fosa de Valencia a su padre
asesinado en 1947.
Pedirá permiso al ayuntamiento para exhumar y realizar pruebas
de ADN a los restos
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A Pedro Alcorisa, que en enero cumplirá 86
años, le salió muy cara su militancia en la Agrupación
Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA). El 16 de abril de 1947
la Guardia Civil se llevó preso a su padre, Teófilo Alcorisa,
con el fin de interrogarle sobre el paradero de Pedro, el mayor
de sus seis hijos. Nunca más le volvieron a ver.
Teófilo, de 51 años, fue detenido en
Higueruelas, una aldea del municipio de Santa Cruz de Moya
lindante con el término valenciano de Aras de los Olmos. Allí
vivía junto a su mujer, Maximina, y sus hijos. Ese mismo día lo
llevaron a Utiel, donde hizo noche, y al día siguiente lo
trasladaron al cuartel de Arrancapins en Valencia, donde
falleció tras una semana de torturas y palizas.
Murió en combate por sus ideas, en un
enfrentamiento en el término de Villarejo de la Peñuela
[Cuenca], junto a sus compañeros de aquella lucha sin igual el
10 de Octubre de 1948. El campamento donde se encontraban, fue
asaltado por la guardia civil.
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Pedro y su familia tardaron 20 años en saber
que su padre yacía en alguna fosa común del cementerio.
La noticia del lugar exacto donde descansa Teófilo
les ha llegado ahora, 59 años después, de la mano de la asociación para
la recuperación de la memoria histórica La Gavilla Verde y del edil
socialista del Ayuntamiento de Valencia, Matías Alonso, tras dos años de
investigación en los archivos de la necrópolis. Este jueves, Pedro y su
hermana pequeña, Pilar, visitaron el cementerio acompañados por Alonso
con el fin de descubrir por fin donde está su padre. Teófilo, según el
Libro de Registro de Enterramientos del Cementerio General, fue
sepultado el 24 de abril de 1947 en la fosa común del cementerio civil,
a pocos metros de la tumba de Blasco Ibáñez.
Pedro y Pilar, con los ojos llenos de lágrimas,
clavaron una pequeña estaca en el lugar donde según la cuadrícula -fila
3, letra F- fue enterrado su padre. «Por fin sabemos donde está, ya
tenemos un lugar al que poder ir y poner un ramo de flores», dice Pilar
aguantando el llanto.
Tanto Pedro como Pilar, expresaron la voluntad de
solicitar la exhumación de los restos de Teófilo para poder trasladarlos
al cementerio de Burjassot y enterrarlos junto a su madre. Este deseo se
reforzó después de que en el archivo de la necrópolis les certificaran
que su padre todavía estaba en la fosa común.
-Equipo de la Universitat-
La Gavilla, que está realizando una campaña de exhumación de fosas
comunes de guerrilleros del AGLA en Cuenca y Teruel gracias a una
subvención del Gobierno, ha anunciado que pedirá permiso al ayuntamiento
para incluir el caso de Teófilo dentro de estas excavaciones. Esta serie
de exhumaciones están a cargo de un grupo de arqueólogos, forenses y
antropólogos de la Universitat de València.
Esta es la primera vez que los familiares de una víctima del
franquismo van a solicitar permiso para exhumar y realizar pruebas de
ADN a los restos de un represaliado enterrado en el cementerio de
Valencia.
«Se llevan a la mejor persona que hay por aquí»
El libro de registro del cementerio dice que Teófilo Alcorisa murió
por «asfixia por suspensión», causa que coincide con la versión que
escampó la Guardia Civil por Higueruelas dos días después de llevarse al
padre del maquis. «Nos dijeron que se había colgado con los cordones de
las albarcas en su celda en el cuartel de Arrancapins, pero nunca nos lo
creímos. Fue una venganza, lo asesinaron sólo porque su hijo era
guerrillero», señala Pilar, que cuando se llevaron preso a Teófilo tenía
sólo seis años.
Pedro explica que en los seis años que paso en la guerrilla solo
estuvo una noche en su casa, y eso fue después de que mataran a su
padre. Su familia nunca supo donde estaba. Explica que años después
conoció que un vecino que sabia que los Guardias Civiles iban a detener
a su padre, le avisó minutos antes para que huyera pero Teófilo «le
contestó "A mi, pero si yo no he hecho nada", y se quedó tan tranquilo
podando la viña».
«A una casa muy bonita»
Cuando lo trasladaban a Utiel, un comerciante que conocía a Teófilo,
sorprendido por la detención, les preguntó a los agentes que dónde le
llevaban y, según señala Pedro, «los guardias le contestaron “a una casa
muy bonita”». «El comerciante les dijo que se equivocaban, que se
llevaban “a la mejor persona que puede haber por aquí”», recuerda. Este
hombre, se apiadó del detenido, y se presentó en el cuartel de Utiel con
un colchón para que pudiera dormir.
El asesinato del cabeza de familia fue el principio del calvario.
Maximina, viuda y con cuatro hijos menores de 15 años, fue
constantemente hostigada por la Guardia Civil. Tuvo que soportar
registros, interrogatorios y hasta incluso el destierro del pueblo.
Pilar recuerda que la interrogaron muchas veces, a pesar de que solo
tenía seis años, y que a su hermano Miguel, de 10 años, los agentes le
pegaban cada vez que lo veían recogiendo leña en el bosque.
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