IV JORNADAS EL MAQUIS EN SANTA CRUZ
DE MOYA. CRÓNICA RURAL DE LA GUERRILLA ESPAÑOLA. MEMORIA HISTÓRICA VIVA.
Santa Cruz de Moya, 2, 3 y 4 de
octubre de 2003.
LA GUARDIA CIVIL CONTRA EL MAQUIS.
Jesús Núñez.
www.historiaymilicia.com
En primer lugar agradecer a Pedro Peinado, presidente
de "La Gavilla Verde", su amable invitación para participar en estas
Jornadas y mostrar mi más sincera satisfacción por encontrarme en este
bello paraje de Santa Cruz de Moya, población que por cierto tenía gran
curiosidad por conocer pues fue testigo de las últimas operaciones
militares de la Guerra Civil ya que dos días antes de su finalización
fue escenario de las fuerzas del Cuerpo de Ejército de Castilla, mandado
por el general José Enrique Varela Iglesias, según se cita en el apunte
correspondiente al 30 de marzo de 1939, recogido en su Diario de
Operaciones, cuya investigación acabo de finalizar y que próximamente
será publicado por Almena Ediciones.
Por otro lado mostrar también mi profunda
satisfacción por ver en la misma sala, a antiguos guardias civiles y
miembros del maquis, protagonistas de aquella época que tan duramente
vivieron enfrentados por imperativos del tiempo que les tocó vivir, algo
impensable hace años y que considero como algo muy bueno así como señal
de que avanzamos por el buen camino para la recuperación de la verdadera
memoria histórica, con sus luces y sus sombras que existieron en ambos
lados del monte y que necesariamente deben ser asumidas por todos. Mis
felicitaciones nuevamente por ello a "La Gavilla Verde".
Bien, entrando en el tema que nos ocupa y con las
limitaciones de tiempo que nos han sido asignados a cada miembro de esta
mesa, abordemos cual fue el papel de la Guardia Civil, que como es bien
sabido, fue la principal fuerza del Estado encargada de la persecución y
represión del maquis hasta su total erradicación, misión que cumplió con
su tradicional eficacia hasta sus últimas consecuencias.
Desde el inicio de la sublevación militar del 18 de
julio de 1936, la Guardia Civil en la zona rebelde (en la zona
gubernamental desapareció como tal tras reconvertirse el 30 de agosto en
la Guardia Nacional Republicana que finalmente fue disuelta al crearse
el 26 de diciembre el Cuerpo de Seguridad, hecho que en mi opinión fue
uno de los múltiples errores del gobierno republicano ya que debió
mantener dicho Instituto cuidando de su organización y su tradicional
eficacia y disciplina tal y como acreditó en aquellos lugares en donde
permaneció leal al régimen vigente en las agitadas jornadas de julio de
1936) fue encargada de la persecución de los denominados "huidos", que
eran aquellas personas pertenecientes o vinculadas a las diferentes
organizaciones del Frente Popular que habían abandonado las localidades
donde habitaban para evitar su detención y posterior encarcelamiento o
fusilamiento, bien por su participación en la represión contra los
protagonistas o simpatizantes de la sublevación durante los primeros
días o por su mera adscripción ideológica.
En dicha misión y especialmente en determinadas zonas
de la retaguardia sublevada donde el problema de los "huidos", bien por
su elevado número o por su conflictividad, era de mayor incidencia, se
contó con el apoyo de unidades regulares del Ejército, además del apoyo
de las milicias y voluntarios locales. Sin embargo el empleo de las
fuerzas castrenses se demostró poco eficaz dada su falta de preparación
para tales misiones que realmente eran más propias de fuerzas
policiales.
Dicha persecución de "huidos" se prolongó en el
tiempo durante toda la Guerra Civil y se extendió por todo el territorio
nacional, a medida que el avance de las tropas rebeldes iba ocupando la
zona gubernamental, cada vez más reducida. A ese colectivo de "huidos"
se fueron uniendo otros, formados por miembros del Ejército Popular de
la República y otras organizaciones frentepopulistas que se habían ido
quedado aislados como consecuencia del devenir de los acontecimientos
tácticos, que habían evitado su captura, que se habían evadido de campos
de prisioneros, etc.
Tras finalizar oficialmente la Guerra Civil el 1 de
abril de 1939, el fenómeno de los "huidos" continuó sucediéndose así
como su persecución, durante los años siguientes. Sus actividades, al
igual que había ocurrido durante la contienda, eran más bien tendentes a
lograr su supervivencia que de agresión contra las fuerzas policiales o
militares enemigas que les perseguían, limitándose en todo caso a
pequeñas acciones contra elementos aislados de aquellas o elementos
civiles de significación política pertenecientes al incipiente régimen
franquista.
Tras los acontecimientos transcurridos después de la
invasión guerrillera procedente de Francia en el mes de octubre de 1944
por el Valle de Aran, y que ya ha sido abordada y detallada hace unos
minutos por el profesor Fernando Martínez de Baños, es cuando
propiamente se puede hablar del maquis, en similitud al "maquisard"
francés desarrollado en el país vecino contra el Ejército alemán que lo
mantenía ocupado en el marco del teatro de operaciones de la 2ª Guerra
Mundial, y que en muchas ocasiones fue protagonizado por los antiguos
combatientes republicanos españoles que siguieron luchando contra el
fascismo.
Tras el desastre en que devino la invasión del Valle
de Aran, se fue procediendo a la sucesiva infiltración en España de
numerosas partidas guerrilleras que se fueron diseminando por la mayor
parte del territorio nacional al objeto de iniciar sus actuaciones
contra el régimen franquista, esperando encontrar un apoyo y calor
popular que realmente nunca hallaron y en espera de que las potencias
aliadas que habían combatido a los países del Eje en Europa, se
decidieran a actuar e intervenir por la fuerza en España para
restablecer la República, circunstancia que tampoco sucedió como pronto
también pudieron comprobar, pues sus intereses serían otros bien
diferentes.
Dado que el maquis tuvo su implantación mayoritaria
en el ámbito rural, la Guardia Civil (cuya disolución había llegado a
ser considerada por el propio general Franco por su decidida
participación en la zona gubernamental al hacer fracasar la sublevación
en lugares tan importantes como Barcelona por ejemplo) sería la
principal protagonista en su persecución, desvinculándose prácticamente
al Ejército en dichas actuaciones tras las operaciones de limpieza del
Valle de Aran, ya que se consideró que las unidades regulares eran poco
eficaces para hacer frente a esa especie de guerra de guerrillas autora
de atentados, sabotajes y similares, tal y como había quedado demostrado
en Francia poco tiempo antes, donde el Ejército alemán no había podido
vencerla.
Asimismo por otra parte no se quería hipotecar al
Ejército en dicha actuación, dándole un papel protagonista en un
conflicto interno nada deseable después de una guerra civil, y que podía
entenderse como una continuación de la misma o un reconocimiento de la
gravedad de un problema de envergadura -realmente existente aunque se
quisiera negar- prefiriéndose buscarle una solución policial, al
enfocarse como un problema meramente de seguridad pública y no de
seguridad nacional, considerándosele como un fenómeno más de
delincuencia común, desvinculándola por supuesto de cualquier
significación política de altura.
La Guardia Civil, de naturaleza militar, era
evidentemente el Cuerpo más idóneo dadas sus singulares y tradicionales
características tales como su organización, disciplina, despliegue
territorial, así como su ya histórica experiencia en la persecución de
"bandoleros". No hay que olvidar, además del tema de los "huidos" ya
citado, que la Guardia Civil fue fundada en 1844 para afrontar un grave
problema de seguridad pública creada por el bandolerismo rural surgido
tras la Guerra de la Independencia y que con el paso del tiempo y
diversos acontecimientos socio-políticos se había ido agravando.
Posteriormente y tras las Guerras Carlistas, la Guardia Civil también
fue la encargada de la persecución de las partidas carlistas que
quedaron aisladas y de aquellas que se lanzaron al bandolerismo como
único medio de supervivencia.
Al comienzo de la Guerra Civil la Guardia Civil tenía
una plantilla de tropa, según el Anuario Militar de España de 1936
editado por el Ministerio de la Guerra, de unos 30.000 efectivos.
Inicialmente quedaron la mitad en cada una de las dos zonas. Parte de
los procedentes de zona gubernamental, se fueron pasando a la rebelde
por propia iniciativa o tras la correspondiente depuración, volvieron a
incorporarse al servicio activo tras finalizar el conflicto.
Dado que durante la Guerra Civil no se incorporaron
nuevos miembros para cubrir las bajas producidas por diferentes causas
durante dicho periodo al objeto de evitar infiltraciones de cualquier
naturales, fue necesario convocar las existentes para cubrir la
plantilla presupuestaria existente que fue ampliada inicialmente en
10.000 guardias civiles más que fueron ocupadas en su mayor parte por
los sargentos provisionales desmovilizados y que aportaron una indudable
experiencia de campaña que resultaría muy útil a la hora de combatir al
maquis.
Asimismo tras la entrada en vigor de la Ley de 15 de
marzo de 1940, se produjo la incorporación de los antiguos integrantes
del desaparecido Cuerpo de Carabineros, procedentes de la zona sublevada
o que habían superado satisfactoriamente la correspondiente depuración,
alcanzando entre todo ello a principios de 1941 una plantilla de tropa
de unos 54.000 guardias civiles aproximadamente.
La estrategia que se diseñó tenía por finalidad
desvirtuar socialmente y destruir físicamente al maquis, al objeto de
que fueran considerados ante el resto de los españoles y naciones
extranjeras como "bandoleros", ajenos a cualquier reivindicación
política, ocultándose a la opinión pública sus acciones victoriosas
(atentados, sabotajes, etc.), dándose publicidad en cambio de los hechos
considerados más brutales y propicios de provocar rechazo entre la
población, así como de las diferentes desarticulaciones, muertes y
detenciones de miembros del maquis, todo ello para contribuir a eliminar
toda posibilidad de apoyo social.
En este punto hay que significar que coexistió en el
tiempo y en el espacio una verdadera delincuencia común, sin
significación ideológica alguna, que materializó numerosos actos
delictivos contra la vida y la propiedad pública y privada, haciéndose
pasar incluso en muchas ocasiones por miembros del maquis incluso para
extorsionar económicamente a las gentes más pudientes, lo cual
contribuyó a ser explotado adecuadamente en beneficio de la imagen
global de "bandoleros" que tanto le interesó al aparato de propaganda
franquista.
También es cierto que al maquis, además de
incorporarse personas contrarias al régimen franquista (especialmente
comunistas y anarquistas) y que decidían dar un rotundo paso al frente
en su lucha, se incorporaron en algunos casos otras que intentaban
evitar la acción de la justicia por hechos de naturaleza criminal nada
vinculadas a la cuestión ideológica, produciéndose una amalgama que en
nada benefició al matiz épico de la guerrilla.
El Estado, en el aspecto táctico, procedió a reforzar
y aumentar las plantillas de las unidades de la Guardia Civil ubicadas
en las zonas de mayor actividad guerrillera, concentrar efectivos, crear
destacamentos fijos y móviles completando el tradicional despliegue
territorial de compañías, líneas y puestos, en aquellos parajes donde en
ocasiones ni existía población pero que revestían gran interés por ser
por ejemplo zonas de actuación o de paso así como dotarles del armamento
más adecuado y eficaz.
Sin embargo la verdadera eficacia en la lucha contra
el maquis vendría con la creación de las contrapartidas. Estas estaban
formadas por grupos composición variable de guardias civiles que vestían
y vivían en el monte como los guerrilleros, haciéndose pasar por ellos
ante la población civil de la zona y especialmente ante los sospechosos
o factibles de poder prestarles apoyo o ser sus enlaces.
Su actuación creó una profunda e irreversible
inseguridad, rompiendo el principio de confianza y actuando con gran
rigurosidad contra quienes confiaran en ellos creyendo que
verdaderamente se encontraban ante auténticas partidas del maquis y les
ayudaban o encubrían su presencia en la zona.
Las numerosas detenciones que se fueron practicando y
los consiguientes encarcelamientos fueron socavando definitivamente la
escasa colaboración que hasta entonces habían tenido en sectores muy
concretos de la sociedad rural de la época, hasta el punto de llegar a
quedar casi aislados.
El ofrecimiento de importantes recompensas de tipo
económico, en una etapa de carencia de casi lo imprescindible para
sobrevivir donde por ejemplo el sueldo mensual de un guardia civil
apenas llegaba a las 400 pesetas a mediados de los años 40, o de otro
tipo de prestaciones, contribuyó a favorecer la colaboración y la
delación de las actividades y movimientos del maquis entre la población
e incluso los propios colaboradores, enlaces o guerrilleros. Por último
el ofrecimiento de salvar la propia vida o de benévolas condenas de
prisión, en un tiempo en que los integrantes del maquis fueron
abandonados a su suerte por sus respectivas direcciones, cómodamente
instaladas en el extranjero que dejaron de enviar sus suministros y
apenas hicieron por extraerlas, terminó por cuadrar dicho círculo.
Otro aspecto importante a tener en cuenta fue que la
dirección de los servicios contra el maquis fueron encomendados a un
grupo de jefes de la Guardia Civil, designados expresamente por su
Director General para tal misión, bien como responsables de las
Comandancias -unidades territoriales de ámbito provincial- o de sectores
creados a tal efecto y cuya demarcación abarcaba parte de varias
provincias diferentes.
Todo ello unido a que las partidas que fueron
quedando aisladas en el interior y que no pudieron huir a Francia o
Marruecos, terminaron avocadas a cometer actos propios de la
delincuencia común, tales como secuestros, robos y asaltos para poder
exclusivamente obtener dinero o alimentos con los que sobrevivir,
convirtió finalmente a unas personas que por su idealismo ideológico
contra el régimen franquista se habían echado al monte para luchar
contra quien consideraban su enemigo, con el consiguiente sacrificio y
riesgo personal, en auténticos y verdaderos bandoleros, cada vez más
aislados del entorno social, haciendo impracticable aquel principio
maoísta que preconiza que el guerrillero debe moverse en el pueblo como
pez en el agua.
Cuando el 29 de mayo de 1955, quien había iba sido
durante los doce años anteriores el Director General de la Guardia Civil
-Teniente General Camilo Alonso Vega- y máximo responsable de la
represión del maquis, se despidió de su cargo, reconoció que aquello
había constituido para el Estado un problema nacional de gran
trascendencia y que gracias al sacrificio y abnegación de los guardias
civiles de aquella época se pudo salvar la delicada situación que llegó
a crearse.
En definitiva había sido una guerra silenciosa y
silenciada la que se había librado durante más de una década contra el
maquis. Lejos de resultar beneficiados por la gratitud del Estado, la
vida de aquellos guardias civiles había sido muy dura, con inflexible
disciplina, rebosante de austeridad en todos los sentidos de la palabra,
con horarios interminables de servicio que superaban las doce horas
diarias y muy escasamente retribuida económicamente y militarmente, tal
y como lo prueba en este último aspecto que se concedieran durante el
periodo 1943-1952 por tal motivo tan sólo 908 cruces del mérito militar
y 970 citaciones en las órdenes generales del Cuerpo, tras haber librado
más de un millar de enfrentamientos armados y más de seiscientas bajas
propias entre muertos y heridos.
Evidentemente sobre dichos guardias civiles viene
recayendo desde la desaparición del régimen franquista un manto de muy
negra espesura dada su actividad represora ejercida contra el maquis sin
descanso y sin cuartel, como también lo fue la actividad de su enemigo.
Fueron tiempos muy duros para todos, guerrilleros y guardias civiles.
Los primeros luchaban por un ideal, aunque en ocasiones las acciones
cometidas desdijeran mucho de ello, y los segundos cumplieron con lo que
creían su deber. En esta mesa tenemos dos testimonios vivos de dos
guardias civiles que fueron protagonistas y prefiero que sean ellos
quienes hablen al respecto.
Aún quedaron algunas partidas y componentes aislados
que fueron siendo eliminadas o capturadas durante los diez años
siguientes hasta que el 6 de agosto de 1963, murió a los 55 años de edad
el último guerrillero, Ramón Vila Capdevila, alias "Caraquemada", en un
enfrentamiento contra la Guardia Civil de Manresa acontecido en el
pequeño término municipal de Castellnou de Bages (Barcelona), cuando se
dirigía a destruir con explosivos torres del tendido eléctrico,
ocupándosele dos pistolas, una granada de mano, un rollo de mecha y
explosivos. Podía haber estado viviendo tranquilamente en Francia, donde
formó parte de la Resistencia contra el Ejército alemán, pero prefirió
seguir combatiendo a su manera contra el régimen franquista.
A continuación y para ir terminando esta breve
exposición quiero ofrecer unas cifras globales correspondientes al
territorio nacional durante el periodo 1943-1952 que obran en los
archivos del Servicio de Estudios Históricos de la Guardia Civil, que
sin dejar de ser levemente cuestionadas por algunos investigadores, no
deja de arrojar una imagen bastante orientativa de la magnitud y alcance
de lo que ello supuso.
Respecto a las bajas habidas entre los miembros de
las fuerzas de orden público y fuerzas armadas, se evidencia la mayor
actividad y actuación de la Guardia Civil, que tuvo entre sus filas la
mayor parte de ellas.
|
Guardia Civil |
Policía |
Ejército |
Muertos |
257 |
23 |
27 |
Heridos |
370 |
39 |
39 |
Sobre las bajas entre las filas del maquis y quienes
le apoyaban las cifras disponibles son las siguientes, acreditándose la
guerra sin cuartel que se les dio:
Muertos |
2.173 |
Heridos |
467 |
Detenidos |
2.374 |
Presentados |
546 |
Enlaces detenidos |
19.444 |
En relación a la actuación del maquis las cifras
relativas e imputadas al mismo durante dicho periodo son las siguientes:
Asesinatos |
953 |
Secuestros |
845 |
Sabotajes |
538 |
Atracos |
5.963 |
Enfrentamientos |
1.826 |
Sobre armamento intervenido a las partidas del
maquis, donde puede apreciarse que se trataba sólo de portátil como es
lógico a su tipo de actuaciones:
Ametralladoras y fusiles ametralladores |
24 |
Subfusiles |
516 |
Pistolas |
3.075 |
Fusiles y mosquetones |
2.003 |
Escopetas y rifles |
1.522 |
Granadas |
7.904 |
Por último no quiero terminar sin al menos mencionar,
dada la falta de tiempo y no querer sobrepasar el asignado en beneficio
de escuchar los dos testimonios vivos que vienen a continuación, dos
cosas.
En primer lugar la figura de los guardias civiles que
estuvieron al otro lado del monte, participando activamente en el maquis
como integrantes del mismo e incluso en algunos casos, a liderar las
partidas y organizaciones guerrilleras. Tal es el caso de Bernabé López
Calle (alias "Comandante Abril"), veterano guardia civil de la
Comandancia de Málaga hasta el inicio de la Guerra Civil y que llegó a
alcanzar el empleo de mayor (comandante) en el Ejército Popular de la
República. Dirigió la "Agrupación Fermín Galán" cuya zona básica de
actuación fue la provincia de Cádiz y que terminó por encontrar la
muerte en la madrugada del 30 de diciembre de 1949 en un enfrentamiento
con sus antiguos compañeros en un paraje del término municipal de la
localidad gaditana de Medina Sidonia, tras ser denunciado en la
casa-cuartel de la misma por uno de los miembros de su propia partida.
Su ideología anarquista, antítesis de lo que representa la Guardia
Civil, añade todavía más contradicción e interés a esta figura.
En segundo lugar recomendar expresamente la lectura
del libro "Memorias del sargento Ferreras", - Gabriel Ferreras de Luis-
quien se distinguió en la persecución de la partida de "Girón" y que
aborda de una forma amena, directa, honesta y sencilla como fue la lucha
de un guardia civil contra el maquis, constituyendo un testimonio
excepcional, ya que quienes participaron activamente en ello se han
venido absteniendo de publicar sus recuerdos. De hecho las citadas
memorias han sido publicadas por el hijo del protagonista varios años
después del fallecimiento de su padre.
Que todas estas historias de guardias civiles y
maquis sólo sean patrimonio de la Historia y que nunca más vuelvan a
repetirse, pues estoy convencido que ni unos ni los otros las querrían
otra vez. Muchas gracias a todos por su atención e interés.
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