PRÓLOGO DE FRANCISCO MORENO AL LIBRO DE MEMORIAS DE ANTONIO ESTEBAN 

IV JORNADAS EL MAQUIS EN SANTA CRUZ DE MOYA. CRÓNICA RURAL DE LA GUERRILLA ESPAÑOLA. MEMORIA HISTÓRICA VIVA.

Santa Cruz de Moya, 2, 3 y 4 de octubre de 2003.

Francisco MORENO GÓMEZ.

PRÓLOGO AL LIBRO DE MEMORIAS DE ANTONIO ESTEBAN.

Historiador, Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid.

Gentileza de Antonio Esteban.

A estas alturas de la actual democracia española, lo cierto es que gran parte de la memoria histórica nos la han salvado, no tanto los historiadores - pocos han descendido al infierno real de la dictadura, sino los libros de memorias de testigos y supervivientes. Una labor histórica, no surgida desde arriba, salvo excepciones, sino desde abajo y desde la base social hambrienta de memoria. Esta realidad sorprendente la detecto ya Raymond Carr, cuando declaró: "Me gustaría saber por que los historiadores españoles no están interesados en la guerra civil" [1]. Y no es el único hispanista que se ha escandalizado ante la desidia de ciertos estamentos españoles en cuanto a la memoria histórica reciente. Herbert Southwourth declaro en 1986: "Si la democracia española, recién restablecida, no ayuda a confirmar la verdad histórica de la guerra civil, puede perder la legitimidad y, lo que es peor, su alma" [2].

Afortunadamente, a pesar de la desidia general, cierto numero entre los supervivientes y vencidos - es decir, los demócratas - no se han resignado al silencio. En últimos 20 o 30 anos se ha abierto paso un goteo de libros de memorias, muchos en condiciones precarias de publicación, pero con un gran voluntarismo en pro de la crónica olvidada del calvario de los demócratas. Ha pensado alguien en la confección de un santoral laico de estos otros mártires, mucho más numerosos y marginados interesantes libros de memorias han aportado una humanísima reconstrucción de hechos que en otro caso se habrían perdido, con mejor o peor estilo, según la cultura de sus autores, pero con indudable valor científico y con el denominador común de ser acta notarial del sufrimiento y de la lucha por las libertades. Son "catedráticos" de la trinchera, de la cárcel, del hambre, del paredón y de la lucha. Muchos de estos libros de memorias surgidos desde abajo son hoy imprescindibles para la historia de la guerra y de la posguerra, memorias como las de Tomasa Cuevas, Juana Dona, Mariano Constante, Pablo Uriel, Eduardo de Guzmán, Melquiades Rodríguez, Diego San José y otros muchos, entre los que por supuesto hay que incluir a esta manchego Antonio Esteban Garvi [3].

En efecto, nuestro autor, Antonio Esteban, pertenece a esa recia estirpe de españoles que no han sido doblegados por el franquismo. Esos viejos demócratas que no han acusado el golpe y destrozo espiritual que otros muchos han padecido a causa de la terrible represión de la dictadura. El franquismo destrozó la moral y la fe de muchos luchadores iniciales que, sin embargo, fueron pasto del terror, renegaron, claudicaron y enmudecieron, victimas de un miedo irracional que se prolonga hasta hoy día, un fenómeno que se da en todos los regímenes totalitarios. Son los que yo he llamado los "enfermos" del silencio. En nuestros trabajos históricos nos hemos topado con muchas de estas personas traumatizadas. Pero al mismo tiempo nos hemos topado con los indomables, los irreductibles, los portaestandartes de una fe pétrea en la causa democrática. Estos son los que, al redactar sus memorias contra viento y marea, y contra corriente, nos han salvado la historia, la memoria y la fe democrática.

Conocí a Antonio Esteban Garví en el ano 2001, a raíz de la publicación de mi libro "La resistencia armada contra Franco. Tragedia del maquis y la guerrilla" (Barcelona, Critica, 2001). Conoció la obra y me busco. El 23 de septiembre de ese ano viaje a Albacete, en un día de horribles tormentas. Nos conocimos personalmente, en una larga entrevista en la que se mostró prodigo en testimonios, datos y documentos, ofrecidos con generosidad del que se muestra orgulloso de su pasado y de su lucha antifranquista en la clandestinidad y en la guerrilla. Hombre de interesante cultura autodidacta rememora con agrado su nacimiento en la calle Tejares de Albacete en 1922 y sus precoces inquietudes políticas, a menudo estimuladas por su madre. En 1935 ingreso en la organización juvenil de pioneros, y en 1938, en plena guerra, en las J.S.U, con 16 anos, por lo que no llego a participar en el frente de batalla. Su lucha tendría lugar en la posguerra. De momento, los vencedores de 1939 lo llamaron al servicio militar franquista, en aviación. Sirvió en Burjasot (Valencia) y en el aeródromo de los Llanos (Albacete), sin olvidar nunca sus arraigadas convicciones políticas. Su ofensiva personal se reinicia en 1945, cuando paso de la J.S.U. al Partido Comunista propiamente dicho. Al ano siguiente ya formo parte del comité provincial de Albacete, como secretario de agitación y propaganda, y en mayo de 1947, descubierta la organización, no tuvo otro camino que incorporarse a la 5° Agrupación Guerrillera, en la que no tardo en tener cargos directivos, responsable político de la 3° Guerrilla, la que actuó al Sur de Albacete. Sus andanzas en la sierra, breves, pero intensas, terminaron en la madrugada del 25 de octubre de 1947, detenido en casa de un enlace en Valdepeñas, junto con su compañero Antonio Moreno "Líster", en unos días aciagos en los que cayó casi toda la agrupación de Albacete y su jefe "Pepe" caía acribillado en una casa de Madrid. "Líster" fue liquidado a los pocos días por la "ley de fugas", mientras que Antonio Esteban fue sometido a proceso junto con otros guerrilleros. Con la pena de muerte cerniéndose sobre su cabeza, lo fue planeando todo para la fuga, aprovechando su ingreso en el Hospital de San Juan de Dios de Madrid, en julio de 1950. logro pasar desapercibido y con nombre supuesto unos anos en Barcelona y en Asturias, hasta que por fin paso a Francia en agosto de 1955. Allí, este exguerrillero Antonio Esteban "Mariano" logro rehacer su vida, particular y política, ostentando nuevos cargos en el Partido Comunista des exilio, manteniendo sus convicciones y su moral combativa hasta el presente. Que lejos esta coherencia personal de aquellos otros que renegaron de todo y de si mismo ya en Francia, Antonio Esteban reinició su actividad clandestina en la ciudad de Tours, llegó a ser miembro del comité departamental de la CGT. francesa y directivo del PCE, responsable de la región Centro, hasta 1984. Hoy viaja con frecuencia a España y a su Albacete natal, siempre con su antorcha encendida y con sus ilusiones siempre jóvenes. Su vida es un ejemplo mas, sencillo si se quiere, pero encomiable por pertenecer a aquellos que no doblaron la rodilla ni la cerviz ante las miserias y los terrores del fascismo franquista.

En este libro gozara el lector siguiendo el ex guerrillero por sus luchas y sus montanas. El texto del libro me lo remitió Esteban desde Francia, no en papel, sino grabado en cintas magnetofonías. Esta circunstancia me ha servido para valorar mucho más sus emociones y sus énfasis. Así pues, lo he oído muy satisfecho de algunas de sus luchas, primero como responsable de propaganda en el comité provincial de Albacete, 1945-1946, con sus desvelos para ocultar la multicopista o aquella "siembra" de pasquines republicanos durante la sesión de fuegos artificiales de la feria de Albacete de 1946, o las pintadas comunistas y banderitas republicanas en el cementerio el día de los Santos. Esteban se ufana de que en esos meses entre 1946-1947 llegó la organización clandestina hasta 54 pueblos, además de 14 comité comarcales en Albacete, mas dos actividades "subversivas" en vísperas del 16 de febrero de 1947, lanzando octavillas desde una elevada terraza de la calle Mayor de Albacete, o aquellos cohetes lanzados el 14 de abril, aniversario de la Republica.

Durante su vida guerrillera en la Mancha albacetense y parte de Cuidad Real, Esteban subraya su labor de delegado político en la 3° guerrilla y el hecho de no haber participado nunca en represalias sangrientas, al contrario que algún otro compañero al que tacha de incontrolado, cosa obvia por otra parte en todas las actividades humanas. Otra de sus insistencias se refiere a la gran refriega ocurrida en el cortijo de los Marines (8 marzo 1947), donde perecieron varios guerrilleros y un brigada de la Guardia Civil, episodio que Esteban considera desvirtuado en la versión franquista y reivindica su propia versión de auténticas fuentes, según las cuales el casero del cortijo fue liquidado, no por la Guardia civil, sino por un paisano, el somatén Araque según la guerrilla. Otro de los orgullos de Esteban es su habilidad ante los represores para ocultar y poner a salvo la organización clandestina de Valdepeñas, que dirigía David Calzada, la cual nunca cayo en manos des franquismo gracias a la discreción de nuestro ex guerrillero. Estos y otros muchos hechos históricos sobre el fenómeno de la guerrilla antifranquista se suceden en estas memorias de una manera intensa y valiosa para conocer mucho mejor la historia trágica de la oposición armada al franquismo.

El relato de Esteban sobre la guerrilla manchega nos confirma aspectos y conclusiones generales sobre el fenómeno del maquis o guerrilla, diseminadas en mis estudios. La causa inmediata de la peripecia guerrillera de Esteban fue, como la de tanto otros, la huida de la represión al ser descubierto el comité provincial comunista de Albacete. Esta huida del terror franquista es un rasgo peculiar de la guerrilla española [4]. en cambio, al unísono de lo que ocurría en Europa en los anos cuarenta, la guerrilla española se escribía - nunca se puede olvidar - en el contexto de la lucha antifascista europea [5]. Ese antifascismo rezuma en muchos renglones de estas memorias de Antonio Estaban. Queda claro aquí también que esta lucha echaba sus raíces en la fuerte educación obrerista que se dio en España, en los anos veinte y treinta. Estaban, antes de ir al monte, ya había forjado su conciencia obrerista en organizaciones juveniles como pioneros o la J.S.U., en la lectura de la prensa obrera y en la fraternidad del marxismo liberador. Los guerrilleros surgieron, ciertamente, como un fenómeno de inadaptación al nuevo orden fascista español. Eran los inadaptados, los desafectos, los irreductibles, y en ese clima se alimentaron estas rebeldías.

La guerrilla antifranquista fue un intento serio de oposición armada contra el fascismo español, con un evidente sentido pluralista, aunque la hegemonía fue siempre del PCE. Pretendió ser un nuevo Frente Popular, aunque se plasmo así con dificultad. No se olvide que la guerrilla la puso en marcha en 1944 Jesús Monzón bajo las directrices de Unión Nacional [6], con representantes de toda la oposición vencida, aunque insistimos que la hegemonía fue siempre del PCE y este fue el único partido que apoyo oficialmente la oposición armada. Así, por diversos pueblos de Albacete vemos a los guerrilleros estableciendo contactos para crear en esos pueblos comité de Unión Nacional y luego, de Alianza Democrática. Mas tarde vendrían los consejos de resistencia, con la misma inspiración frentepopulista. Estos datos nos llevan a afirmar que la guerrilla no fue nunca un proyecto estalinista - a pesar de que haya estalinistas por acá o por allá -, sino un proyecto frentepopulista, desde sus mismos origines.

De las memorias de Esteban se desprende también que la guerrilla no fue un fenómeno histórico descabellado o incoherente [7], sino algo en perfecta sintonía con el contexto antifascista europeo y, por otra parte, un impulso con cierto ingredientes espontáneo de rebeldía innata surgida en los montes de España, como las pioneras guerrillas de francisco "El yatero" en Granada (1941), la guerrilla anarquista de Granada (1941), la Federación de Guerrillas de León-Galicia (1942), las Milicias Antifascistas de Asturias (1943), la Agrupación Stalingrado anteriores a la organización general de 1944 [8].

La guerrilla no fue un echo histórico baldío ni un despilfarro de los mejores militantes, como han escrito algunos sin fundamento [9]. Fue una lucha pro democrática, y tal causa nunca es baldía, aunque los sacrificios sean desmesurados. En realidad, ningún paso adelante en la historia lo ha sido sin derroche ni despilfarro de vidas humanas.

Muchos se preguntan por qué fracasó la guerrilla. Se alude a causas internas, falta de organización, etc., lo cual parece secundario. Lo cierto fue que la guerrilla fracasó por dos grandes causas. Una, por la terrible superioridad del régimen franquista, con sus mecanismos demoledores. Otra causa: la inhibición de las democracias europeas victoriosas tras la gran guerra, que abandonaron por completo a la oposición armada española. Antonio Esteban nos revela que a partir de 1947, la fe en los resultados guerrilleros caía en picado en las montanas o en las llanuras manchegas. Serian los estragos causados por la " guerra fría ". pero no hay que atribuir el fracaso a esta nueva orientación europea. Antes de la " guerra fría " ya las democracias europeas venían mirando con desdén a los luchadores españoles. Pero las cosas venían de mas atrás, desde el "comité de no intervención" de 1936. las democracias que habían dejado caer a la Republica, no iban a levantarla ahora a trabes de la guerrilla. La política británica fue siempre contraria a la de España progresista y republicana.

En estas memorias de Antonio Esteban detectamos el casi nulo contacto de las guerrillas del Centro y Sur con la dirección del partido comunista. Los cauces de intercomunicación se revelan enormemente precarios. Por supuesto, cuando asistimos al final de la guerrilla en Albacete y en La Mancha no vemos por ningún sitio la llegada de ninguna orden de retirada o desconvocatoria de la guerrilla, un supuesto mas repleto de fantasías que de realidades. Solo en la guerrilla de Levante, muy a ultima hora, y parcamente en la guerrilla de Galicia hemos podido detectar sendas misiones de relativo cambio de táctica o desconvocatoria que en el resto de España no se dio [10].

En estas memorias se deshace igualmente otro de los tópicos repetidos en este tema, y es la supuesta degradación de la guerrilla hacia el "bandolerismo" en su fase final. No fue así. La guerrilla no hizo al final nada que no hubiera hecho al principio. Mas aún: al final, las acciones se vuelven mas cautas, moderadas y timoradas. Los guerrilleros se pegan al terreno e intentan pasar mas desapercibidos, los golpes económicos se distancian y las represalias sangrientas son mas escasas. Estos y otros muchos tópicos habría que revisar en torno a la guerrilla, como el supuesto papel salvador de Santiago Carrillo en algunos momentos claves de la guerrilla, una cuestión apenas tratada con fundamento ni con rigor.

Finalmente, punto importante que nos aporta el valioso testimonio de Antonio Esteban es el papel iniciador que tuvo Pedro Rodríguez González "Carlos" en la puesta en marcha de la 6° y luego 5° Agrupación de Albacete. Las fuentes oficiales y de la Guardia Civil lo confundieron siempre con Jesús Bacón "Carlos" el fundador de las Agrupaciones del Centro (1° Agrupación en Cáceres, 2° Agrupación en Créela, Agrupación de Toledo). El seudónimo de "Carlos", idéntico en ambos, llevo a esta confusión del régimen franquista. Hoy, gracias a estas memorias de Antonio Estaban, y gracias a sus testimonios, hemos podido desdoblar ambos personajes y atribuir a Pedro Rodríguez "Carlos", "Fedor" y "Maquis", la creación de la Agrupación de Albacete. Pedro Rodríguez pasó del exilio francés a España en 1945, acompañado de Antonio Moreno "Líster" y de José Díaz Estévez, en 1945. El partido los envió a crear la guerrilla de Albacete, con epicentro en Villarrobleo, pueblo que Pedro Rodríguez conocía muy bien, porque estudio allí, lugar de destino de su padre, catedrático de Latín antes de la guerra. En 1946, Pedro Rodríguez tuvo un nuevo destino, en la 1Agrupación de Cáceres, donde pronto fue herido y capturado en Zarza de Granadilla, en abril de ese ano. Fue procesado por su actividad en Cáceres y salvo la vida, porque la dictadura no descubrió nunca su actividad guerrillera en Albacete. Este luchador acabo sus días, de manera anónima, en Tenerife, en 1981. Allí lo visitó Antonio Esteban al termino de su exilio en Francia. Es otro de los gestos admirables de nuestro ex guerrillero Esteban: al regresar a España no quiso ni acepto resignarse al olvido, y se dedico a visitar y reavivar las ilusiones en todos sus antiguos conocidos o compañeros de lucha. Visito a Pedro Rodríguez, al enlace David Calzada y a otros muchos, de Albacete, de Villarrobledo, de El Salobre, de Madrid, etc. una admirable labor de contactos, de rememoraciones y de renovación de la antigua moral de lucha. Por eso, la obra de Antonio Esteban se revela como una apuesta decidida por la recuperación de la memoria histórica y por la fe firma en la causa democrática, en sus luchas, y a pesar de los sufrimientos. La fe obrerista y progresista de Esteban es la antitesis del olvido, la desmemoria, la claudicación, la renegación, las cobardías y los miedos anacrónicos. Todo un ejemplo, para historiadores, para universitarios, para académicos y para ciudadanos.

Anotamos, pues, en nuestros estudios sobre el franquismo esta valiosa aportación de Antonio Esteban. Comprobamos que su testimonio sobre la guerrilla manchega evidencia muchas singularidades y nos confirma las diferencias provinciales y regionales de la guerrilla, de manera que no hubo una sola guerrilla, sino muchas guerrillas en el panorama opositor español. Las Agrupaciones fueron muy diferentes entre sí. La guerrilla de Galicia fue muy diferente ala de Levante, y esta, a su vez, tuvo poco que ver con la guerrilla del Centro, del Sur, de la Penibética o la del Norte (León, Asturias, Santander, Aragón o Cataluña).

Llama la atención la consistente estructura del comité comunista provincial de Albacete, y su fluido contacto con la guerrilla. Esta, a su vez, tuvo una gran dimensión política, impulsora de organizaciones clandestinas en los pueblos, ya comités del PCE, ya organismos de Unión Nacional o de Alianza Democrática. Esta actividad política desde el monte fue une de los rasgos de esta guerrilla manchega. La red de enlaces fue numerosísima, por El Salobre, por Bien servida, por Valdepeñas, Tomelloso, Villahermosa, Villanueva de la fuente, pero sobre todo en Socuéllamos, donde un grupo de mujeres lo dieron todo en la protección y ayuda a los guerrilleros, sin olvidar las redes de enlaces de Pedroñeras, Villarrobledo, Albacete capital y otros lugares. No se puede decir, por tanto, que la guerrilla tuvo escaso apoyo social, sino todo lo contrario. La guerrilla tuvo el apoyo necesario, siempre y en todos los campos de España. Lo que ocurrió fue que, ante un aparato represivo tan terrible, el apoyo social no podía tener otro final que el aplastamiento.

En mi colaboración en el libro "Morir, matar, sobrevivir" (Barcelona, Critica, 2002), he terminado con estas palabras, que dedico también a Antonio Estaban, cuando algunos insensatos han puesto en duda el sentido y la virtualidad de la guerrilla. El maquis o guerrilla antifranquista sirvió para amargar la victoria al dictador, sirvió para mantener la dignidad del ideal antifranquista, sirvió para ahorrar a los observadores pasivos la vergüenza de no haber hecho nada contra Franco, y sirvió para que los que siempre ven los toros desde la barrera disfruten hoy de un sistema de libertades.

Francisco MORENO GÓMEZ, historiador, Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid.