FLORIÁN GARCÍA, MEMORIA DEL MAQUIS
José Antonio Vidal Castaño
Historiador y Escritor
Conocí, va para 10 años, a Florián García Velasco
‘Grande’ en Santa Cruz de Moya pueblo que gracias a la tenacidad de los
guerrilleros y de la Gavilla Verde, es hoy la capital de la memoria del
maquis antifranquista. El ex jefe del 11 sector de la Agrupación
Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA) se nos murió el pasado 17 de
abril de 2009 a los 92 años. Entre 1946 y 1952 fue uno de los jefes más
experimentados y capaces de una tropa irregular de centenares de
combatientes que se negaron a dar por concluida de Guerra Civil y
siguieron peleando contra la dictadura en los montes que unen Cuenca,
Teruel y Valencia. Florián y sus camaradas eran soldados de la Segunda
República, que aún esperan el reconocimiento de su dignidad como tales.
En una de las entrevistas que mantuvimos, entre 2002
y 2004, que tanto me ayudaron a confeccionar mi libro La memoria
reprimida. Historias orales del maquis (Universidad de Valencia, 2004),
Florián me contó que fue uno de sus jefes quien le bautizó como el
‘Grande’, por contraste con su pequeña estatura. Nacido en Aldealcorbo
(Segovia) trabajó en Madrid como camarero y fue uno de sus primeros
defensores en 1936, testigo de excepción del bautismo de fuego de los
brigadistas internacionales que llevaron la esperanza a los sitiados
“cuando todo parecía perdido”. Peleó a lo largo de la Guerra Civil en la
50 Brigada Mixta y en el 5º cuerpo de Carabineros. Apresado el último
día de la contienda en la trampa del puerto de Alicante, pasó por el
campo de Albatera para ser internado después en la cartuja de Porta
Coeli que habilitada como prisión, albergó a ilustres valencianos como
el rector Peset, fusilado más tarde en Paterna. Tras ser liberado,
Florián reanudó su trabajo político en el PCE. Trasmitía energía,
confianza y decisión, valores necesarios para incorporarse al maquis,
cosa que ocurrió tras estar a punto de ser detenido por la policía
franquista en Valencia.
Dotado de notable capacidad para ordenar y
seleccionar sus recuerdos, Florián dejó a periodistas e historiadores
impagables retazos de su memoria, que empezó a fallarle hace poco más de
dos años. Se me hacía muy doloroso verle en tal estado siendo como era
un tipo jovial, entrañable y dotado de un peculiar sentido del humor.
Eran usuales sus bromas sobre el sexo en torno a una copa de güisqui
escocés. A su lado, siempre, Remedios García Montero ‘Celia’, mujer
admirable y figura emblemática de la lucha antifranquista. Fueron
compañeros inseparables primero en la guerrilla, luego en la antigua
Checoslovaquia, donde Florián trabajó como tornero en una empresa y
colaboró en las tareas de propaganda de la delegación de su partido. Su
fe militante en la Unión Soviética como “patria del proletariado
mundial” se debilitaría, no obstante, tras la intervención de los
tanques del Pacto de Varsovia para abortar la ‘primavera de Praga’ y al
ir conociendo la verdadera cara del estalinismo. “Una decepción –escribí
en 2004- que no alcanza a desautorizar ni al comunismo ni a su sistema
social”, como ironizaba Florián al comentar la situación de la Rusia
poscomunista, “allí los jubilados no cobran… Es un desastre”.
En 1978 pudo regresar a España, donde los antiguos
guerrilleros eran aún motejados de “bandoleros”, para fijar su
residencia (se había casado con Remedios en 1966) en la calle Bilbao de
nuestra ciudad. Desde ese momento trabajaron sin desmayo apoyando
cuantas iniciativas iban surgiendo por el reconocimiento del movimiento
guerrillero.
Florián protagonizó, en sus años del maquis,
numerosas acciones no siempre afortunadas, entre las que destaca, la
“recuperación” de 750.000 pesetas de 1946 tras el asalto al tren pagador
en Caudé (Teruel), “golpe” incruento que financió durante algún tiempo
las actividades guerrilleras. Fue una operación de corte militar,
imaginativa y valiente. En 1952 en un alarde de pericia logró, sin
perder un solo hombre, sacar de España, llevándoles desde la serranía de
Cuenca hasta más allá de la frontera francesa, a los más de veinte
supervivientes del maquis en las tierras de Levante.
Tu recuerdo Florián, amigo y camarada, pervivirá
siempre entre los amantes de la libertad y los resistentes al
franquismo.
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