A propósito de la polémica.
Salvador Fernández Cava.
Es tradicional, y lamentable, el espíritu cainita de
la izquierda española. Un claro ejemplo es la andanada, no por la
discusión, sino por la forma de plantearla (de enroscarse, de buscar el
enfrentamiento y de ir añadiendo amigos digitales), que se está llevando
a cabo desde la Agrupación de Exguerrilleros de Levante y Aragón contra
quien más, generosamente, ha hecho por ellos y por el reconocimiento de
la lucha del maquis en España (y todo desde un sencillo pueblo serrano
de algo más de 300 habitantes, ¡que me pongan otro ejemplo en toda la
piel de toro y me callo!).
Pero todo tiene, -para los típicos
cantamañanas que diríamos en Castilla, o tomboleros en Valencia-
su historia, y no es cuestión de que yo la recuerde. ¡Que vayan
a la escuela! Está en las páginas de La Gavilla Verde, para
entender el origen del monumento; y en las palabras públicas en
Ca Revolta de Juan Fernández Antón sobre la fundación del AGLA
del País Valenciano.
El debate, por más que se quiera tergiversar
desde el inicio, es sencillamente personal, pero enmascarado de
político. ¡Allá ellos, los que así lo hayan querido!, tarde o
temprano tendrán que rendir cuentas.
Pero ya que quieren la carne en el terreno
político a él me ceñiré.
Conozco bien, muy bien, la política
conquense, territorio donde un buen un día, un buen número de
gentes de las asociaciones guerrilleras de Madrid, Cataluña (que
no se les olvide a los que escriben cartas y respuestas) y
Valencia posteriormente, y una encomiable historiadora,
decidieron buscar un lugar para recordar a la guerrilla
antifranquista española: Santa Cruz de Moya. Y acertaron, de
pleno.
Sé, igualmente, como también deberían de
saberlo muchos de los que escriben cartas, lo que cuesta
conseguir y mantener una alcaldía de izquierdas en Cuenca, y en
Valencia. Y sé muy bien, que a algunos políticos de izquierdas
les ha costado su carrera el apoyar decididamente el que se
construyera el monumento en Santa Cruz.
Lamentablemente he de decir, que desde la
mera estrategia política, la carta sin firma del AGLA, su forma
de promocionarla y los apoyos recibidos no son más que un cheque
en blanco para la voraz derecha que está deseando hacerse con la
alcaldía y desnaturalizar, sino derribar el monumento. ¡Ya me
dirán todos los que están en contra de que sea el Ayuntamiento,
de izquierdas, quienes consoliden y den futuro al Día
Guerrillero, si cuando esto suceda estarán allí todos los días
para oponerse decididamente o se limitarán a subir al monte
simbólicamente un par de horas al año!.
Pero sin salirnos de la pura dialéctica
política, todos debiéramos recordar que la reivindicación de la
memoria guerrillera está enraizada en la copia del monumento de
los guerrilleros españoles erigido (1984) en Prayols (Francia) y
del homenaje que a los mismos anualmente se les rinde, al que
continuamente las agrupaciones españolas le han dado su apoyo. Y
aquí me pregunto: ¿cuál es el modelo de gestión por el que se
rige?, ¿no es institucional?, ¿porqué se apoya a aquel y a este
no?, ¿es que los socialistas franceses son de pata negra?.
Lo institucional, las ayudas oficiales, y La
Gavilla Verde, ¡eh aquí el problema! En primer lugar, ya me
gustaría que hubiera asociaciones como La Gavilla Verde, y las
de Azuara, Sagunto, Buñol o del Jerte, en todos los pueblos de
la Serranía (de Cuenca, de Teruel y de Valencia). En segundo
lugar, ¿alguien quiere que le recuerde las veces que ha
utilizado o recibido ayudas o medios oficiales para presentar
sus libros, por ejemplo?, (cuestión que a mí me parece de mera
justicia redistributiva y por lo tanto no soy yo quien primero
la trae a colación). En tercer lugar, muchos de los que estas
líneas lean habrán oído infinidad de veces, y yo soy uno de
ellos, a algunas personas reivindicar algún aspecto relacionado
con el “maquis”. Por ejemplo, el haber sacado a la luz la vida
de alguno de ellos.
Me parece bien. Si es de justicia se le
reconoce, y cuando lo reivindica los oyentes lo aceptamos y le
aplaudimos al término de su intervención. Pero por lo mismo, ¿no
es igualmente de recibo que se le reconozca públicamente su
mérito a quien se jugó su carrera política porque en Santa Cruz,
o en otras geografías de lucha, haya un monumento a la guerrilla
española transcurridos un puñado de años? Y en cuarto y
fundamental lugar, ¿no fueron los propios guerrilleros quienes
pidieron y recibieron, pronta y comprometida, ayuda oficial de
la Diputación de Cuenca y del Ayuntamiento de Santa Cruz para
construir el monumento?: ¿en qué atasco mental estamos?, ¿qué
vestiduras de autenticidad pretenden rasgarse algunos?.
Pero no quisiera ser negativo. Lo más
acertado en estos momentos, dada la edad y el lugar de
residencia de los exguerrilleros (y la confianza depositada por
ellos mismos en el Ayuntamiento de Santa Cruz al hacerle
depositario y entregarle simbólicamente el monumento) es que sea
el propio Ayuntamiento, reuniéndose y contando con las
asociaciones fundadoras quien protocolarice y costee el acto;
que todas aporten altruistamente sus mejores ideas, personas y
reivindicaciones; y que se cuente para no olvidar tantos años de
barbarie y lucha contra la misma con una juventud, -el futuro-,
que se identifique sobradamente con sus valores, como así lo
viene haciendo, La Gavilla Verde.
Esta es otra batalla, ¡salud!, de diálogo, se
entiende.
Salvador F. Cava (profesor del IES
Faustí Barberá (Alaquás), escritor, investigador del AGLA).